Esperé como unos diez minutos a que por fin salieran, y cuando los vi salir, vi que los acompañaba un joven. Empezamos a caminar y yo pués como no había podido estar con ellos no comprendía bien el porque de su compañía. Lo que supe al rato de escucharlo hablar, es que había leído varios libros de caballería ya que utilizaba frases parecidas a las utilizadas por el célebre Don Quijote.
Caminamos por un largo rato, hasta que llegamos a la aldea de Montesinos. Como estaba a punto de oscurecer, decidieron pasar la noche ahí. Al día siguiente, cuando desperté, me di cuenta de que Don Quijote había comprado una larga cantidad de cuerda. No comprendía el porque de esto, por lo tanto me aseque un poco más a ellos para ver si escuchaba para que la utilizarían. Resulta, que la cuerda era para bajar por la cueva de Montesinos. De verdad que cada día que pasa, yo me convesco cada vez más sobre la demencia de Don Quijote.
Llegamos a la cueva y sin siquiera reconsiderar lo que estaba a punto de hacer, empezó Don Quijote a descender. Yo estaba desde un arbol observando, y me empezé a preocupar. No se oía la voz del hidalgo. Empezaron prontamente a subír la cuerda y a pesar de que varías veces lo jalaron, no aparecía, hasta que por fin se divisó, y resulta que su silencio se debía a que Don Quijote se había quedado dormido. Es probablemente una de las cosas más ridículas ya que es practicamente imposible quedarse dormido guindando de una cuerda, pero ya deje hace mucho al lado de Don Quijote de esperar normalidad proviniendo de él.
Al poco tiempo, despertó Don Quijote, con cara de asustado. Don Quijote dijo que en su viaje a la cueva había encontrado a Montesinos. Nos empezó a contar su aventura en la cueva, la cual según él había durado tres días y resulta que tan solo habían transucurrido unos cuantos minutos. Nos contó lo que había sucedido, incluso hasta nos contó que había visto a Dulcinea. Sancho al escuchar esto, no contuvo la risa, y soltó una gran carcajada. A mí también me dió mucha risa, pero logré contenerme.
Nos empezamos a alejar prontamente del lugar de la cueva, caminando hacia no se donde. Mientras caminabamos, nos encotramos a un caballero, el cual llevaba una gran cantidad de lanzas. Este hombre le dijo a Don Quijote que le contaría su futuro si lo acompañabamos a una venta. Don Quijote como era de esperarse aceptó ir a la venta. Cuando llegamos a la venta, solo quedó esperar en que cualquiera de las aventuras que vienieran a suceder, no tuvieran consecuencias negativas.
Es aquí donde creo que comenzara otra nueva aventura en una venta.