domingo, 27 de febrero de 2011

Capitulos 22, 23, 24

Después de esta sin igual novela que vivimos, permanecimos tres días acompañando a la feliz pareja, la cual por cierto, estaba fuertemente agradecida por el apoyo brindado por Don Quijote. Yo eminentemente no podía estar junto a Don Quijote ya que por supuesto ellos ni siquiera tenían idea de que yo estaba ahí. Por lo tanto me tuve que quedar durmiendo en un delicado y pequeño hotel que quedaba dos casas al lado de la de Basilio. La pase muy bien, estuve completamente relajada y descansada. Esperaba no estarme perdiendo de cosas interesantes, aunque cada día fui a ver un rato más o menos lo que sucedía. Todo se miraba muy tranquilo por lo tanto, no me preocupe y decidí relajarme. Ya al tercer día que fui a observar, todo apuntaba a que ya estaba a punto de partir. Por lo tanto, tuve que irme corriendo a buscar mis cosas. Angustiada por la posibilidad de perder a Don Quijote, lancé todo en mi pequeña maleta, pagué lo que debía y salí disparada. Cuando llegué gracias a Dios no se habían ido aún.
Esperé como unos diez minutos a que por fin salieran, y cuando los vi salir, vi que los acompañaba un joven. Empezamos a caminar y yo pués como no había podido estar con ellos no comprendía bien el porque de su compañía. Lo que supe al rato de escucharlo hablar, es que había leído varios libros de caballería ya que utilizaba frases parecidas a las utilizadas por el célebre Don Quijote.
Caminamos por un largo rato, hasta que llegamos a la aldea de Montesinos. Como estaba a punto de oscurecer, decidieron pasar la noche ahí. Al día siguiente, cuando desperté, me di cuenta de que Don Quijote había comprado una larga cantidad de cuerda. No comprendía el porque de esto, por lo tanto me aseque un poco más a ellos para ver si escuchaba para que la utilizarían. Resulta, que la cuerda era para bajar por la cueva de Montesinos. De verdad que cada día que pasa, yo me convesco cada vez más sobre la demencia de Don Quijote.
Llegamos a la cueva y sin siquiera reconsiderar lo que estaba a punto de hacer, empezó Don Quijote a descender. Yo estaba desde un arbol observando, y me empezé a preocupar. No se oía la voz del hidalgo. Empezaron prontamente a subír la cuerda y a pesar de que varías veces lo jalaron, no aparecía, hasta que por fin se divisó, y resulta que su silencio se debía a que Don Quijote se había quedado dormido. Es probablemente una de las cosas más ridículas ya que es practicamente imposible quedarse dormido guindando de una cuerda, pero ya deje hace mucho al lado de Don Quijote de esperar normalidad proviniendo de él.
Al poco tiempo, despertó Don Quijote, con cara de asustado. Don Quijote dijo que en su viaje a la cueva había encontrado a Montesinos. Nos empezó a contar su aventura en la cueva, la cual según él había durado tres días y resulta que tan solo habían transucurrido unos cuantos minutos. Nos contó lo que había sucedido, incluso hasta nos contó que había visto a Dulcinea. Sancho al escuchar esto, no contuvo la risa, y soltó una gran carcajada. A mí también me dió mucha risa, pero logré contenerme.
Nos empezamos a alejar prontamente del lugar de la cueva, caminando hacia no se donde. Mientras caminabamos, nos encotramos a un caballero, el cual llevaba una gran cantidad de lanzas. Este hombre le dijo a Don Quijote que le contaría su futuro si lo acompañabamos a una venta. Don Quijote como era de esperarse aceptó ir a la venta. Cuando llegamos a la venta, solo quedó esperar en que cualquiera de las aventuras que vienieran a suceder, no tuvieran consecuencias negativas.
Es aquí donde creo que comenzara otra nueva aventura en una venta.

viernes, 18 de febrero de 2011

Capítulos 19, 20, 21

Contenta por que va por fin salieron del castillo y podía ver cara a cara cada una de sus acciones y ridiculeses, empezamos nuestro trayecto hacia, espero yo, una nueva y especial aventura.
En nuestro trayecto, asi como casi siempre suele suceden, nos encontramos con alguien. En este caso eran dos estudiante. Empezaron a hablar con Don Quijote de yo no se ni que, pero la conversación al rato se empezó a ver medio interesante, asi que decidí acercarme y escuchar. En el momento justo en que llegue, los estudiantes invitaron a Don Quijote a una boda. Me pareció un tanto extraña una invitación asi de repentina, pero no me importó. Resulta que la boda iba a ser entre un tal Camacho y una tal Quitina, el cual por cierto me parece un nombre horrible. Seguí escuchando detalladamente las conversaciones entre los estudiantes y Don Quijote. Decían que la boda iba a ser espectacular y que además estaban esperando la reacción de Basilio, el cual era un hombre que tenía un amorío secreto con Quitina. Me pareció tan increible esta historia, parecía una novela, una de esas cosas que son muy poco comunes que sucedan en la realidad. Además este era un amor prohibido ya que el padre de Quitina quería que ella se casara con un hombre millonario como Camacho y no con un hombre sencillo como Basilio. La historia simplemente me transtornó. Me pareciá tan fantastica, que hasta parecía irreal. Simplemente no podía esperar para asistir a esta boda. ¡Que emoción!
Yo iba caminando pero simplemente no podía dejar de pensar en esta historia tan romántica. No pusé atención a nada, yo siemplemente caminaba, sientiendome como si estuviera flotando por las nubes.
Llegamos adonde se iban a celebrar la boda, y como es de costumbre y por culpa de Don Quijote y de sus extrañas mañas de "caballeron andantes" nos toco dormir al aire libre, a lo cual, gracias a esta travesia con don quijote me había acostumbrado a hacer. Estaba extremamente agotada por lo cual me dormí en un instante.
Me despertó de repente un delicioso olor a comida sabrosa. Cuando abrí los ojos, vi que todos los demas estaban a punto de despertarse. Sancho, que se despertó practicamente al mismo tiempo que yo, se puso de pie y se fue impnotizado hacía la cocina. Ahi se mantuvo por un rato. Mientras todo esto sucedía estaban haciendo unos bailes verdaderamente bellos y pintorescos.
Llegó el momento más esperado del dia: ¡La Boda! Entre a la iglesia y me mezcle con la multitud. En eso, entró la novia. Ella es probablemente la mujer más bella en la faz de la tierra. Era simple y sencillamente perfecta, impecable y delicada. Don Quijote empezó a decir que era tan solo un poco más bella que Quitina. Al escuchar esto, yo simplemente casi me desarmo de la risa. Simplemente no existía punto de comparación entre la bella Quitina y Aldonza Lorenzo, simplemente no existia.
Ya la boda había comenzado. En eso...¡Llegó Basilio! Yo al instante pensé que ya ahora si las cosas se iban a poner intensas. Basilio empezó a decir que el no detendria nada, pero que si el no tenía a Quitina, no había más razones por las cuales vivir. Por lo tanto, en media iglesia, ¡Se clavó un cuchillo! Esa definitivamente no era el final que yo esperaba para el cuento de amor del que tanto pense que sería. Basilio dijo tirado en el suelo, que su ultimo deseo era casarse con Quitina y, como todos creyeron que el estaba muriendo, pues aceptaron. Resulta que, todo era una gran y gigantesca mentira. Era un farsa lo del cuchillo. Ya casado con Quitina, ambos felices, huyeron.
Al final no fue tan romántico como yo esperaba, pero terminaron juntos por medio del verdadero amor, un amor desinteresado que no implica dinero ni condiciones socioecónomicas. ¡Eso si es amor verdadero!

domingo, 13 de febrero de 2011

Capítulos 16, 17 y 18


Ibamos como es de costumbre, Don Quijote y Sancho caminando y yo, persiguiéndolos por detrás. De repente, apareció un hombre al cual no lograba distinguirle bien la faz. Andaba vestido con una capucha verde y con muchos adornos. Me traté de acercar para ver si podía escuchar el nombre del desconocido encapuchado. Logré escuchar que su nombre era Don Diego de Miranda. No logré relacionar el nombre con algo que anteriormente haya escuchado antes, pero supuse que se trata de un caballero demente al igual que el hidalgo de Don Quijote.
Don Quijote y el encapuchado, empezaron a hablar, creo que de sus familias, pero no les presté mucha atención, no era algo que realmente me interesara saber. Mientras ellos hablaban, el camino seguía tranquilo, demasiado tranquilo para ser verdad; era una maravilla, hasta que Don Quijote cambio por completo la tranquilidad de las cosas.
En nuestro trayecto, de la nada, apareció un hombre, que llevaba dos jaulas con un león en cada una de ellas. Don Quijote le preguntó al hombre el porque era que llevaba a estos leones y él le dijo que eran un regalo para el rey de parte del general Orán. En eso, el zoquete de Don Quijote dijo que el era un valiente y que no le tenía ningún temor a estos leones. Desde ese momento supe, que nada bueno iba a suceder. En pocos momentos, Don Quijote le pidió al hombre que llevaba las jaulas que las abriera, porque el deseaba enfrentarse a ellos, ya que no les tenia miedo alguno. No se como, pero el hombre del carro accedió a la petición de Don Quijote. Yo inmediatamente me aleje un poco y me subí a un árbol. No quería perderme de algo que probablemente sería la última vez que perseguiría a Don Quijote. Tengo que aceptar que sentí mucho miedo, porque a pesar de las circunstancias y de la demencia de don Quijote, él se había vuelto parte de mi y me sentí triste ypreocupada porl. De repente, algo extraño paso, ya que abrieronlas puertas de la jaula y nada de que los leones salieron ni se interesaron. Al final y al cabo no sucedió nada malo, me baje del árboly empezamos a caminar.
Mientras caminabamos, se empezo a divisar, no una casa común y corriente, era nada mas y nada menos que un castillo. Los hombres entraron al castillo, pero no habia forma de que yo pudiera entrar sin que se dieran cuenta y todo mi plan se arruinara. Por lo tanto, por el día de hoy, solopude observar por la ventana. Se pusieron a conversar con Don Quijote y a leer. Pasaron unos cuantos días y no hubo forma de que yo lograra violar la seguridad del castillo, hasta que por fin; salieron de allí Sancho y Don Quijote, espero yo, que en busca de una nueva aventura.