lunes, 12 de abril de 2010

El Comienzo de Mi Trabajo


Como periodista siempre he soñado con ese trabajo perfecto, con esa nota perfecta, que se que me hará muy rica y conocida. Resulta que ayer por la mañana fui informada de que un anciano de nuestra localidad se ha vuelto loco y que quiere salir en busca de aventuras. De pronto se me ocurrió, que un milagro había sido puesto ante mis manos. Pensé que esa nota soñada tan esperada, había llegado y era el ir siguiendo a este anciano conocido como Don Quijote e ir narrando todas las locuras que él pronto realizaría. Imaginé creando una increíble nota en el periódico local, y viendo a todos riéndose y disfrutando y a la vez diciendo, esta nota que tanto nos fascina la escribió Marta Enríquez la mejor periodista del mundo.
Lo más rápido que puede, fui a mi casa y aliste mis cosas. Empecé a preguntar a los trabajadores de la madrugada que lo habían visto y me señalaron su camino. Caminé y camine, hasta que por fin divise un caballo recio y delgado, y enzima de el un hombre con una armadura en un estado realmente deprimente. Cuando me acerque un poco más a él vi que llamó a su caballo Rocinante el cuál me pareció un nombre muy peculiar. La noche fue cayendo y él se quejaba del hambre. Al seguir avanzando divisamos una pequeña posada y escuche la primera locura, este anciano dijo que se esta acercando a un castillo. Tuve que contenerme para no estallarme de la risa. A continuación entramos a la posada y luego le pidió al ventero que por favor lo armara caballero. Luego el salió a la parte de atrás de la posada, amarró a su caballo y se quito su armadura; la puso justo al lado de la fuente y se quedo observándola durante un largo rato. El ventero siguiéndole  el juego a Don Quijote, le dijo que lo armaría caballero; en seguida abrió un libro con las cuentas de la venta, y como este conocía la ceremonia, lo armo por fin caballero. 
Al día siguiente, me di cuenta que estábamos regresando al pueblo, probablemente porque este viejo hombre no tenía dinero, o porque necesitaba una ducha, quien sabe en realidad. En el camino, apareció un hombre pegándole a otro. Resulta que de repente Don Quijote se bajo de su caballo y defendió al pobre hombre. Luego de esto seguimos avanzando hasta que llegamos a  la casa de este hidalgo. Estuve en la Mancha varios días, esperando a que el saliera de su casa, hasta que por fin salió. A mi pareces se encontraba muy molesto, y gritaba locuras como; -Ese malvado hechicero me ha quemado mis libros-. 
En esta segunda salida nuestro demente hidalgo salió con un compañero, al cual hacia llamar como su escudero. Se llamaba Sancho Panza y viaja en una mula. Quien sabrá que tonterías le dijo Don Quijote a este pobre hombre para que disidiera acompañarlo. 
En nuestro camino, a lo lejos se divisaron unos viejos molinos. Aquí ocurrió la cosa más loca, un disparate total, Don Quijote dijo que los molinos eran gigantes y que debía luchar contra ellos. Se puso a luchar contra los molinos, y como era de esperarse termino fuertemente lastimado. Y no eran suficientes los disparates dichos anteriormente, si no que después de haber sido golpeado, sale con la ridícula idea de los supuestos gigantes habían sido transformados por el mismo hechicero que quemó sus libros, un tal Frestón. Cada momento que pasa simplemente me voy dando cuenta que este señor esta completamente demente, no tiene una pizca de cordura en su cerebro, si es que tiene uno. 
Los hombres estos se quedaron dormidos, y obviamente aproveche el momento, pero siempre me mantuve oculta para que ese par no me descubriera. 
A la mañana siguiente despertamos, y en general todo iba muy tranquilo, y nuestro querido caballero en realidad se había comportado con algo de cordura. En eso va pasando un carruaje, lo cual es muy normal a la vista de cualquiera, pero este hombre me sale con que a la pasajera, la están secuestrando y que hay que rescatarla. Los caballeros se pusieron a perseguir al carruaje, y yo luchando por mi nota soñada en el periódico, también. El viejo se puso a pelear con el conductor, que para el era el secuestrador, lo dejo relativamente malherido y lastimado. 
En el conflicto el pobre viejo también fue lastimado en su oreja. Y cuando su compañero, Sancho, se la iba a curar, el hidalgo le hizo preparar un menjurje de lo más raro, desagradable , y que más se puede decir, era realmente terrible. 
La noche cayó y se pusieron a comer y se quedaron dormidos bajo las estrellas. Gracias a esto tuve mi tiempo para descanzar y comerme una humilde manzana.
Siento que apenas va comenzando esta gran "aventura", pero luchare hasta el punto de enfermarme, todo por convertirme yo, Marta Enríquez, en la mejor perioódista del mundo. 

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