viernes, 4 de marzo de 2011

Capítulos 25, 26, 27

Llegamos a la venta. Era un lugar bonito y acogedor. Entre encapuchada y me registre, luego fui a acomodarme en mi habitación y observe desde una pequeña ventana que había en mi habitación, desde la cual podía ver con clara y total facilidad todos y cada uno de los movimientos que realizaba el hidalgo. Resulta que cuando logré observar y escuchar, Don Quijote había empezado a contar una historia. Instantaneamente pense: "Que pereza, otra historia de Don Quijote." Ya esta harta, utlimamente todo había sido tan rutinario, Don Quijote no hacía cosas nuevas y tan alocadas como al principio. No sé si será que me he acostumbrado a su rara forma de vida, o será que Don Quijote se esta volviendo mas normal, no lo sé, no lo sé.... Don Quijote empezó a contar una historia que le sucedió a él y a un amigo, allá en mi lejano pueblo de la Mancha. La historia se trataba sobre un asno perdido al cual los hombres salieron a buscar. Contó Don Quijote que para encontrar al asno, empezaron ambos a rebusnar y que al final lo encontraron, pero muerto, devorado por los lobos. Me aburrí tantisimo escuchando a Don Quijote, que me quede dormida. Casi me mato, porque me caí del banquito en el cual estaba subida para poder asomarme por la ventana. Me llevé semerendo golpe, hasta se me puso la pierna morada del golpe tan feo que me di.
Al rato, cuando ya por fin logré ponerme de pie, fui a pedirle un poco de agua al ventero. En eso cuando salí, vi que entro a la tienda un hombre, con una capucha encima. En eso el hombre se quitó la capucha y se empezó a presentar. Dijo que su nombre era Pedro, y que era un famoso titiritero. Nos contó que el dueño de su presentación era un mono que sabía todo lo del pasado y todo lo del presente. En eso se acercó a la mesa en las que estaban Don Quijote, Sancho y el resto de los caballeros. El Señor Pedro supo que Don Quijote era Don Quijote, y luego empezó a contarle a Sancho sobre lo que estaba haciendo su esposa de que como estaba y sobre lo que pensaba y todo. Estó me dejó perpleja, pero al mismo tiempo empezé a sopechar que había algo extraño, porque evidentemente el no podía saber toda esa información de la nada, si no que había algo que lo respaldaba, una fuente la cual por razónes obvias yo desconocia.
El maese Pedro empezó a hacer uno de sus presentaciones al frente de nosotros. El tal Pedro empezó a contar una historia toda dramática de una tal Melicendra. Yo aún no lograba explicarme el porque este tal Pedro se me hacía tan sospechoso y de uno u otra forma, hasta conocido.
Cuando término de contar la historia, yo me quedé un largo largo rato observandolo para ver si lograba desifrar quien era. Por fín logre saber quién era, era el mismisimo Gines de Pasamonte, quién fue uno de los primeros caballeros a los de venció Don Quijote. Esta era la razón de que supiera tantas cosas. Probablemente por cada una de las ciudades por las que pasaba contando historias como titiritero, le contaban las historias y aventuras que Don Quijote había vivido en ese lugar. No era que su mono era adivino, como estoy segura de que pensaba don Quijote, era porque le habían contado todo, sabía todas las historias y las aventuras, todo.
Llegó la hora de movilizarnos nuevamente. Por lo que salimos de la venta, no habían pasado ni 2 horas cuando de pronto apareció un escuadron de jovenes armados. Escuche a Don Quijote decir que era el escuadron del rebuzno, el cual se me relacionó con la historia que el estaba contando, pero como no la pude terminar de escuchar no estaba segura. En eso, note que Sancho se enfureció, diciendo que ellos estaban ahí para burlarse de ellos, rapidamente emitió un rebuzno tan largo y tan profundo que su cara se puso completamente colorada. Algo me dijo que nada bueno sucedería, simplemente lo presentí. En eso, los del escuadron también se enojaron por lo que les empezaron a lanzar piedras a Don Quijote y a Sancho. Me preocupé tantisimo por ellos y me sentí impotente porque no podía hacer nada para ayudarles. En eso, se detuvieron las piedras y Sancho y el Quijote empezaron a correr. Por ende, yo tambien tuve que correr. Lo bueno es que el andar persiguiendo a don Quijote de allá para acá había modificado mi condición física, lo cual espero que me ayudara. Salimos corriendo hacía el horizonte, en busca de nuevas y emocionantes aventuras.

1 comentario:

  1. Hermoso y revelador trabajo que evidencia tu carácter pausado y observador, como se hace notar en algún momento en el personaje. Felicidade.

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