miércoles, 21 de abril de 2010

Por un pobre caballo enamorado, el resto salió apaleado



Capítulo 15



Empiezo a sentir que este ha sido el día más largo de toda mi vida. Hoy he hecho tantas cosas, que hasta me siento agotada. Lo peor de todo es que se que aún no termina.

En esta larga jornada, por fin estos señores se empezaron a sentir un poco cansados. Yo casi grito de la alegría pero no lo hice por dos razones, uno porque me descubrirían, y dos porque me sentía demasiado cansada para hacerlo.


Nos pusimos a descansar por un buen rato. Estaba apreciando este descanso como nunca, hasta que de repente Don Quijote me despierta con sus disparates. Empezó a gritar que su rocín no estaba. En eso se dan cuenta divisando a lo lejos a su flaco corcel. Acercándonos un poco más a lo que parecía ser Rocinante, pues confirmamos que si lo era, pero estaba siendo apaleado por muchos hombres y por un par de yeguas.


En eso Don Quijote y Sancho se pusieron a correr. El correr persiguiéndolos en realidad si lo dude, pero me sacrifique, todo por mi nota en el periódico.


Más vale que yo estoy escondida, ya que cuando se acercaron a este montón de hombres, como vieron que trataron de defender al caballo, fueron golpeados ellos también.


Yo desde mi humilde escondite, solo veía como los golpeaban con todo lo habido y por haber. Yo solo veía volar manotazos por doquier.


Después de que paro la pelea los pobres hombres quedaron postrados en el piso. Me dieron ganas de ir a ayudarlos, pero tengo y tenía que proteger mi identidad.


Al rato después se pudieron levantar, lo cual me alivio, ya que parecía que estaban muertos. Mientras ellos no se levantaban en mi había una enorme preocupación, si alguno de estos dos se moría ya no tendría historia que contar, y no me podría volver la mejor periodista del mundo.


Cuando ellos se levantaron, avanzaron y se pusieron a buscar un lugar para pasar la noche. Buscando y buscando por fin encontramos una venta. Pensé que aunque una venta sea un lugar sencillo, podríamos lograr dormir cómodo y plácidamente.


En eso me sale Don Quijote con otro disparate. Sale diciendo, un castillo, perfecto, aquí dormiré. Evidentemente todos los compradores se quedar observando.


Con mucha razón lo hicieron, este hombre solo disparates decía; yo creo que esa paliza que le habían dado le había afectado la cabeza, volviéndosela más chueca de lo que ya estaba.


Se perfectamente que mis aventuras aquí apenas comienzan, y me esperan muchas otras cosas nuevas.


1 comentario:

  1. Glori Navarro, qué bonita historia vas tejiendo con tu periodista. Es una visión seria y ordenada de un pequeño caos que va formando don Quijote. De verdad me parece ver a esta joven tratando de encontrar sentido a todo lo que está sucediendo. MUy buenos comentarios y un personaje muy sólido. Felicidades.

    ResponderEliminar