sábado, 1 de mayo de 2010

Mal tanto estomacal, como fisico al final.





Capítulo 17
Ya por fin amaneció y salí de mi habitación con mi disfraz bien puesto obviamente. Me acerque a la habitación de Don Quijote y a la de Sancho Panza. Me asomé por una pequeña ventanilla. Los dos estaban apaleados y destartalados. Se veían más muertos que vivos.


Don Quijote pase lo que pase siempre se encuentra en el mismo estado de demencia. En su locura de dice a su fiel sirviente Sancho que le prepare un brebaje, para que se le curasen las heridas. Le dijo no se cuantas hojas y cosas extrañas le agregara. Eso, desde don yo lo lograba ver, se veía realmente asqueroso.


Don Quijote lo tomo de primero. Le produjo fuertes vomitos. Yo solo veía a ese hombre vomitar y vomitar, tenía tanto asco que hasta a mí me dieron ganas de vomitar también. Después de tanto vomitar Don Quijote se fue a dormir. Durmió un largo rato. De repente el hidalgo se despertó. Este se veía como nuevo. No se que explica este mejoramiento tan repertino, porque de algo que puedo estar segura es de que ese brebaje no sirve para nada.



Luego Sancho como vió que su amo se sentía como nuevo, el zoquete dijo que también quería de ese brebaje. En eso, se toma el menjurje ese, y le agarra esa vomitadera. Sancho de tanto vomitar hasta se hizo mas flaco. A Sancho no le dio ni sueño ni nada después de tanto vomitar, y por supuesto tampoco se sintió mejor. La respuesta de don Quijote fue que como el no era "caballero" ninguno de esos brebajes funcionaria en él. Cada vez me sorprende más el nivel de demencia en la cabeza del Don Quijote.



Al rato vi que ya planeaban irse ese par asi que fui a recoger mis cosas y a pagar debidamente mi cuenta. Salí de la venta a esperarlos. En eso escuchó que el hidalgo no quiere pagar su cuenta porque dice que a los caballeros en los castillos no se les cobra nada. Luego el ventero le explica que eso no es ningun castillo, que es una humilde venta. Luego lo que más me sorprendió es que se negó a pagarle, y en eso solo sale rapidamente con su caballo Rocinante.



Yo empeze a correr y a correr para lograr ancansarlo. En eso me volteó y no vi a Sancho salir. Don Quijote se dió cuenta de que su escudero faltaba, asi que se devolvió. Cuando nos fijamos, estaban apaleando y tirando al cielo al pobre de Sancho.



Al final dejaron salir libre a Sancho. El pobre estaba todo apaleado. Salimos de la venta y continuamos nuestro trayecto.

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