martes, 28 de septiembre de 2010

Capitulos 6, 7, 8 y 9

Hoy, me levante bien, realize mi rutina matutina y pues todo marchaba bien. Como a media mañana se me ocurrió que sería importante ir a hacer la visita diaria donde nuestro amigo Don Quijote.
Cuando llegue, fui directo a el cuarto de Don Quijote para observar con mucha mayor cautela, todo lo que este viejo señor hacía o quería hacer. Cuando me acerque, pude ver, que estaba teniendo una fuerte discución con su joven sobrina. Como yo acababa de llegar, me puse a escuchar cuidadosamente cada palabra que decían, para ver si lograba entender el porque de tal discución.
Pues, resulta que, estos dos, discutían sobre caballeros, sobre las diferencias que habían entre los caballeros andantes y los caballeros de las cortes. Don Quijote decía que era de mucho mas prestigio y honra ser caballero andante que uno cortezano. Su sobrina peleaba con él, diciendo que eso de los caballeros andantes no era nada prestigioso, que eran puras tonterías, he incluso llego a decirle que el por ser pobre y viejo jamas llegaría a ser un caballero real.
Después, Don Quijote salio con una verdadera sandez. Esta vez si dijo algo completamente ilogico, lo cual me dejo impactada, pero a la vez me causo algo de risa. Don Quijote dijo que él era decendiente de Marte o algo asi, y que el había sido diseñado para combatir y para usar las armas. Le dijo también a la sobrina que nada de lo que ella dijera lo haría cambiar de opinión.
Creo que la sobrina se enojo, lo logre ver en su rostro.
De repente, Sancho apareció. Don Quijote se emocionó un montón. Abrazó a Sancho, como si no lo hubiera visto en un millón de años.
Al rato, se pusieron a hablar Sancho y él. Esta fue probablemente una de las conversaciones mas interesantes, inteligentes y coherentes que jamás escuche a Sancho Panza pedir. ¡Sancho le empezó a pedir un sueldo a Don Quijote! Eso simplemente me dejo boquiabierta. Yo no podía creer que alguién como Sancho estuviera pidiendo algo asi.
Don Quijote al escuchar la petición de Sancho, como era de esperarse, se indigno por completo. Se puso furioso, y se puso a regañar a Sancho. Le decía cosas como que si ya el no quería seguir siendo su escudero que estaba bien, que él podía encontrar a otro escudero. Practicamente le estaba diciendo por asi decirlo, malagradecido.
De repente, esto se empezo a poner mucho mas intenso. Esto se debió, a que de la nada llego, nada más ni nada menos que el mismo Sansón. De la nada este además de haberme quitado mi sueño, también quería al parecer quitarle el sueño de Sancho. Le dijo a Don Quijote el se ofrecía a ser su fiel escudero. En un segundo, justo después de que Sancho escucho estas palabras brotar de la boca de Sansón, se puso a llorar como un verdadero bebé. Díjole Sancho a Don Quijote, que todo ese tema del sueldo, había sido por complacencia de su mujer. En eso Sancho y Don Quijote se abrazaron...
De repente, tuve que prestar mucha más atención ya que empezaron a hablar los tres en voces bajas, y se me dificultaba el escucharlos. Cuando logre entender me emocione porque una nueva salida se aproximaba. En tres días saldríamos de viaje. Me fui a mi casa, y me puse a arreglar todo lo que posiblemente iría a necesitar en mi próximo viaje. Pague la renta de la casa y en tres días a las cinco de la mañana estaba yo esperando a Don Quijote para salir de su casa. Obviamente yo estaba escondida, pero siempre atenta.
Cuando ya hubieron llegado el resto de los caballeros partimos. Al rato de caminar, me di cuenta que nos dirigíamos hacía el Toboso, lo cual me hizo pensar que iríamos a visitar a la fea de Aldonza Lorenzo.
Los caballeros fueron hablando, creo que hablaban de que querían ser famosos o algo así. En realidad no les quise prestar mucha atención. Al anochecer fuimos llegando al Toboso. Mis piernas estaban doloridas y ademas mi estomago tenía hambre. Gracias al Señor, los hombres se pusieron a descansar, y yo tuve mi pequeño ratito para sentarme y comer con tranquilidad.
Era alrededor de media noche. Yo estaba semi-muerta, pero, a pesar del sueño que tenía, algo estaba siendo extraño. Sancho y Don Quijote seguían despiertos. Iban y volvían, nunca se quedaban quietos. Pienso yo, que andaban buscando la casa de Aldonza Lorenzo.
Se hizo de madrugada y ya yo literalmente no aguantaba el sueño. Lo último que logré escuchar, fue que Sancho le dijo a Don Quijote, que se quedara adonde estaba, y que él se encargaría de ir a buscar a Dulcinea. Después de esto, mis ojos se cerraron, y no logre escuchar nada más.

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