domingo, 1 de mayo de 2011

Capítulos 34, 35 y 36

Yo tenía muy claro que los duques planeaban algo en contra de Don Quijote, era una broma, y una broma pesada. Un día estando en el castillo decidieron salir de cacería al monte. Esto me pareció una actividad tranquila, sin embargo decidí seguirlos porque si algo de repente sucedía, no quería perderme ni un instante de ello.
Cuando salimos del castillo tuve que disfrazarme muy bien porque habían muchos soldados los cuales iban custodiando y protegiendo al duque. Decidí vestirme de soldado y de esta forma pasar por completo desapercibida. Mientras estábamos de casa todo marchaba muy bien y muy tranquilamente; fue hasta la noche que algo extraño sucedió, y aunque no fuera muy evidente, yo estaba segura de que los duques tenían que estar detrás de todo esto.
Lo que sucedió en la noche fue que un grupo de carros se acercaba y uno de los que venían en los carros declaró que atrás venía el diablo a declararle a don Quijote la forma correcta de desencantar a Dulcinea. Eminentemente el hidalgo se emocionó increíblemente.
Sin embargo, cuando llegó el último carro, bajó de el una ninfa, la cual se llamaba Merlin. Don Quijote desesperado no pudo aguantar más y de una vez le preguntó que cual era la forma de deshacer el encantamiento que Dulcinea cargaba en sus hombros. Lo que le contestaron fue que la forma de deshacer el encantamiento sería que Sancho se diera 3000 azotes. Sancho se molestó con todo el derecho ya que el nada tenía que ver con Dulcinea; por lo tanto se negó a dárselos. En eso, el Duque empezó a amenazar a Sancho diciendole que si no accedía a pegarse, no obtendria la insula anteriormente prometida. Sancho al escuchar esto lamentablemente accedió, con bobas condiciones, pero accedió. Yo estaba tan enojada...Uy tenía en ese momento demasiada cólera. Ese duque me caía pésimo porque solo quería el mal y burlarse de Sancho y de Don Quijote. No lograba entender como ninguno de los dos se daba cuenta de que los estaban engañando y que solo querían reírse un rato. Después de este acontecimiento, regresamos al castillo.
Al día siguiente, después de la hora del desayuno, Sancho se quedó hablando con la duquesa sobre lo de lo 3000 azotes. Y le dijo que ya se había dado unas cuantas palmadas en la espalda. La Duquesa le dijo que darse palmadas en la espalda no servía de nada. Luego empezaron a comentar sobre una idea que Sancho tenia de mandarle una carta a su mujer, carta en la que planeaba explicarle lo de la ínsula y que planeaba conseguir dinero y volverse rico. La Duquesa al escuchar esto regaño a Sacho diciéndole que un gobernador no solamente debía pensar en el dinero si no en su pueblo y otro tipo de cosas.
Al final de esto, fui al baño, lugar donde me puse a meditar sobre lo que estaba sucediendo entre los Duques y Don Quijote y Sancho. Me enojaba pensar lo que sucedía. Me molestaba demasiado la idea de tan solo pensar el como no se daban cuenta de que los estaban engañando y que solo se estaban burlando de ellos. Me molestaba mucho la forma de ser de los Duques; lo unico que pasaba por mi mente era que ellos eran unos aprovechados y malvados.

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